Internet hace posible realizar una gran variedad de operaciones remotas, en especial, administrar un servidor y transferir archivos. El protocolo Telnet y los comandos BSD R (rhs, rlogin y rexec) que permiten que los usuarios realicen estas tareas, tienen la gran desventaja de transmitir el intercambio de información en texto plano en la red, en particular, el nombre de acceso y la contraseña para acceder a equipos remotos. Tal es así que un hacker que se encuentre ubicado en una red entre el usuario y un equipo remoto puede controlar el tráfico, es decir, utilizar una herramienta llamada rastreador que puede capturar paquetes que circulan en la red y obtener el nombre de acceso y la contraseña para acceder al equipo remoto.
Si la información intercambiada no tiene un alto nivel de seguridad, el hacker puede obtener incluso acceso a una cuenta en el equipo remoto y aumentar sus privilegios en este equipo para obtener acceso como administrador.
Ya que es imposible controlar todas las infraestructuras físicas ubicadas entre el usuario y el equipo remoto (al ser Internet una red abierta por definición), la única solución es confiar en la seguridad a un nivel lógico (al nivel de los datos).
El protocolo SSH (Secure Shell) es la respuesta a este problema ya que posibilita a sus usuarios (o servicios TCP/IP) acceder a un equipo a través de una comunicación cifrada (llamada túnel).
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